Quise verte muerta entre mis brazos,
derramar la sangre de mi vientre sobre tu pecho
cuidar tus curvas con odio,
y saciar al tiempo con engaños y versos.
Déjame esperar la muerte arrojado,
a mis ansias, a mis torturas y lamento
formidable de carne putrefacta,
consumiéndonos en un halito perpetuo.