domingo, 21 de noviembre de 2010

Aguardo

“devuélveme los ojos que sin saber,
perdí mirando el firmamento."

Morti, Skizoo

He abierto el pecho, para que rompas mis huesos,
aventájate de mi inocencia y derrama la sangre,
sufre mis heridas y retuerce tu lengua en mi nervios.

Urde mi alma, complexiones perpetuas de olvido,
arriésgate y forja llagas carecientes, bimembres,
convalece mi soledad e irriga mi tráquea con el filo.

No retornare a los hipogeos del amor sin ayuda,
espoléame hacia tu prórroga y mórame de fallecimiento,
líbrame de padecimiento y retrae tu vuelo enlutada.

viernes, 20 de agosto de 2010

mandato

Recoge las palabras que has creado,
niega la penumbra que pertenece a otro viento.
despoja al olvido de su incesante recuerdo, y
aléjate lentamente de mis coces crudas.

Prostituye mis pasos y mi credo de carne,
encuentra en la saciedad del odio, el hastío.
cuando la muerte se encuentre marchita en tu cama
y mi esperanza languidezca en tu entrepierna,
vuelve a mí, recuérdame cuanto odio,
y descubre tu pecho regado de verborragias anónimas.

Te imploro el desvanecer y te exijo el primer aliento,
interpelo a tu cuerpo, lo incito a desafiarme,
sumiéndome incandescente y perpetuo,
en un nuevo discurso, un mandato.

martes, 17 de agosto de 2010

Alegoría sin asunto

Quien puede decirme la verdad última,
sin pretender desangrarme.
quien hoza dejarme más una palabra,
sin pretender desarraigarme,
en vientos azules de carne,
en vientos sosegados de hambre.

Celebremos la muerte de la duda,
plasmada en nuestras sienes,
descalzas moribundas que huyen del sol.
cual función de circo, un muerto,
en pasos cargados de cal,
en pasos perpetrados por sangre.

sábado, 7 de agosto de 2010

risco

Pasando hojas por mirada,
la fugacidad de una vida que persiste
la caída, la suerte dada.

Ha de ser la cúspide de mi peste
el inicio moribundo, nuestra avanzada
las palabras marchitas el presente.

Yo soy, no quien te invoca,
sino quien te exige que me dé un golpe ,
y me entregue la caída.

sábado, 24 de julio de 2010

1

Quise verte muerta entre mis brazos,

derramar la sangre de mi vientre sobre tu pecho

cuidar tus curvas con odio,

y saciar al tiempo con engaños y versos.


Déjame esperar la muerte arrojado,

a mis ansias, a mis torturas y lamento

formidable de carne putrefacta,

consumiéndonos en un halito perpetuo.