Recoge las palabras que has creado,
niega la penumbra que pertenece a otro viento.
despoja al olvido de su incesante recuerdo, y
aléjate lentamente de mis coces crudas.
Prostituye mis pasos y mi credo de carne,
encuentra en la saciedad del odio, el hastío.
cuando la muerte se encuentre marchita en tu cama
y mi esperanza languidezca en tu entrepierna,
vuelve a mí, recuérdame cuanto odio,
y descubre tu pecho regado de verborragias anónimas.
Te imploro el desvanecer y te exijo el primer aliento,
interpelo a tu cuerpo, lo incito a desafiarme,
sumiéndome incandescente y perpetuo,
en un nuevo discurso, un mandato.
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