Me gustaría penetrar en silencio,
Enhebrar un cuento de odio, y palpitar
la suciedad de tus labios comprimidos,
enfrentados a mi pecho desnudo de vacío.
Debo esperar el momento preciso,
Irrumpir con fuerza en tu regazo, y refugiar
la amargura entre mis puños estrechados,
enraizados en tu pelo regado en el estío.